Hola amig@s,
el pasado fin de semana Fotogario acudió como participante a un curso de interpretación de huellas de animales. La jornada se presentaba como la excusa perfecta para aprender un poco más sobre rastreo de huellas, aunque no esperábamos grandes sorpresas. Pero claro, todo el mundo sabe que las leyes de Murphy rigen el universo… ¿Quieres saber qué nos encontramos? Pues no te pierdas ESTA GRAN SORPRESA DE FIN DE AÑO.
¿Un seminario sobre interpretación de huellas? ¿Y eso?
Vamos por partes. Seguro que para alguno de nuestros lectores eso del «curso de interpretación de huellas» es algo completamente nuevo. Aquellos de vosotros que estáis suscritos al blog seguro que recibisteis en su día la guía «4 Consejos Fundamentales en Fotografía de Fauna» en la que os hablaba de las técnicas de acecho y rececho.
Podemos acechar a un animal escondidos en un hide o escondite de caza, cerca de un punto de alimentación o de una fuente de agua. Es una técnica válida y con la que podemos conseguir estupendas fotografías si sabemos dónde escondernos y somos pacientes (a veces es necesario esperar muchas horas).
La segunda técnica es menos fructífera. El rececho consiste, básicamente, en pasear por el bosque a la caza (fotográfica) de animales. Por supuesto los animales salvajes suelen recelar del hombre. Nos detectan mucho antes que nosotros a ellos y huyen incluso antes de que nosotros podamos verlos. Así que la idea de «caminar por caminar y a ver que se cruza delante del objetivo» no suele dar grandes resultados.
En el rececho juega un papel fundamental saber leer las señales que nos encontramos mientras caminamos. Por eso es bueno realizar algún curso que nos enseñe a interpretar no solo las huellas, sino todo lo que podamos encontrar. Comida mordisqueada, huellas, e incluso heces.
¿Cómo estaba estructurado nuestro seminario?
El seminario, impartido de manera gratuita por los guardias y trabajadores del Parque Nacional de Kampinos, estaba estructurado en dos partes. Primero 2 horas teóricas con una pequeña presentación sobre los habitantes de Kampinos (fauna y flora), sus hábitos estacionales y las huellas que dejan en barro y nieve. La explicación se centraba en los grandes mamíferos invernales: alces, ciervos, zorros y corzos. Pero también en pequeños animales como los topos, tejones, garduñas y otros mustélidos.
A pesar de lo que pueda parecer, fueron dos horas muy amenas. Los profesionales del parque se dedicaron por completo a resolver las dudas de los mas pequeños del grupo y convirtieron una clase de biología en sencillas explicaciones, eso si, en polaco. Tras esas 2 horas dedicamos algo más de 1 hora a recorrer una pequeña zona del bosque en la que encontramos en seguida huellas del mamífero más grande del parque, el alce.
Las huellas nos aportan una información vital, si hemos aprendido a leerlas. Podemos saber que tipo de animal ha pasado por delante de nosotros. Pero en el bosque no solo las huellas nos dan información vital. Hay otras señales que también tendremos que aprender a leer.
Siento esta fotografía tan gráfica, pero la forma de las heces también nos ayuda a identificar animales. Estas en concreto pertenecen a un alce.
Y de repente llegó la sorpresa
En estas andábamos, mirando al suelo y buscando huellas, alimentos mordidos y otras señales, cuando alguien gritó….. «¡ey, allí hay un alce!».
Si habéis leído anteriores artículos del blog sabréis que ver un alce en libertad es muy complicado. Son animales muy esquivos y se esconden en las zonas más densas del bosque. Suelen pasar la mayor parte del año en solitario, excepto en las pocas semanas que dura el celo y cuando detectan la presencia de humanos huyen rápidamente.
Pero allí estaba, un macho joven, alimentándose de ramitas en mitad del bosque. Los alces necesitan una gran cantidad de sales minerales para mantener su metabolismo. En invierno es duro encontrar alimento, y suelen buscar los brotes de arbustos y árboles que no se han congelado. Incluso se acercan a las zonas habitadas, buscando la sal que lanzamos sobre las carreteras.
No es recomendable acercarse a un alce macho cuando se está alimentando. Son animales de gran envergadura, muy fuertes, que suelen envestir si se sienten acorralados. Pero este alce en concreto no parecía molesto con nuestra presencia, un grupo de 30 personas, muchos de ellos niños.
Estábamos tan absortos fotografiando y filmando a este alce que no nos percatamos de la presencia de un segundo macho que estaba mucho más cerca de nosotros.
Era impresionante. Dos machos alimentándose tranquilamente, sin darle importancia a nuestra presencia. El silencio del grupo era absoluto. Solo se escuchaban los pequeños clics de las cámaras de fotos. Era algo casi mágico.
Y así recibimos con antelación nuestro primer regalo de Navidad. No solo uno, sino dos alces a menos de 5 metros de distancia. Pudimos ver cómo comían, cómo se movían, cómo reaccionaban tranquilamente a nuestros movimientos… e incluso pudimos escuchar su respiración y sus bramidos. Y cómo regalo final, un pequeño video:
Amig@s, esta última excursión antes de las fiestas navideñas ha sido todo un regalo para los amantes de la naturaleza. Estoy convencido que el 2017 nos va a traer otras muchas experiencias como esta.
Un fuerte abrazo para tod@s y ¡FELICES FIESTAS!
[…] evento sucedió mientras participábamos en un seminario sobre interpretación de huellas en el bosque de Kampinos, uno de los parques nacionales de Polonia. Encontrar a estos animales en […]