Había planeado la semana perfecta. Varios días fotografiando paisajes en uno de mis parques naturales favoritos. Otro día más fotografiando al lobo ibérico en la sierra de Guadarrama. Tomas nocturnas estrenando una cámara de fototrampeo…. y nada salió como esperaba. No paró de llover durante 48 horas. No pude utilizar la cámara de vigilancia ni fotografiar paisajes. Y en la sierra los lobos no aparecieron en todo el día. La semana perfecta se convirtió en una semana de frustración fotográfica. Y eso me dio que pensar. ¿Por qué no escribir sobre las frustraciones específicas del fotógrafo de naturaleza?
Cuando leemos un artículo en un blog de fotografía o vemos un vídeo o un documental de naturaleza siempre nos fascinan las impresionantes tomas con animales en primer plano. Paisajes de esos de ensueño, Tiburones atacando, un imponente sol anaranjado al atardecer sobre la sabana africana… todo nos parece idílico y fácil de comprimir en un texto o en 45 minutos de vídeo.
Pero la realidad del fotógrafo de naturaleza y fauna choca frontalmente con esa imagen romántica. Para conseguir esas pocas fotos, esos 45 minutos de gloria sublime hay que patear, caminar, perseguir, madrugar, huir, esconderse, pasar hambre y frío, enfrentarse a lluvias torrenciales… en definitiva, hay que echar muchas horas.
Siempre he recomendado planear con antelación nuestras salidas fotográficas. Es recomendable informarse del terreno, de las mejores horas para fotografiar, de las especies que encontraremos, de por dónde saldrá el sol y por dónde se esconderá… y a pesar de todo ello, los fotógrafos de naturaleza corren (corremos) el riesgo de no conseguir ni una sola foto decente.
Este tipo de decepciones pueden causar un sentimiento de frustración, sobre todo si hemos invertido no solo tiempo y esfuerzo, sino nuestro propio dinero en un viaje fotográfico. ¿Cuales son las frustraciones que sufren los fotógrafos de naturaleza?
Algunas frustraciones comunes del fotógrafo
Los fotógrafos tienen algunas frustraciones comunes, da igual su especialidad. Ya sean fotógrafos de moda, de deportes, de producto… todos ellos sufren decepciones cuando se enfrentan a un proyecto fotográfico.
La falta de creatividad es la frustración más importante. El fotógrafo se encuentra con que las musas le abandonan en el momento crucial. Nada le gusta, ni la luz, ni el modelo, ni el fondo… De repente todas las fotos de una sesión le parecen iguales a las de la sesión anterior, o la sesión de hace 3 meses.
Las imágenes vacías o carentes de alma son otra de las frustraciones fotográficas, muy relacionadas con la falta de creatividad. Hagamos lo que hagamos nuestras fotos nos parecen insulsas, sin alma, sin historia que contar. Vencer este problema puede ser complicado.
Cometer errores que ya creíamos superados, como un mal encuadre, fotos desenfocadas o con una mala exposición puede provocarnos también una pequeña crisis. ¿Pero cuales son las 3 frustraciones más comunes del fotógrafo de naturaleza? Os resumo aquí las que yo he sufrido.
Sufrir las inclemencias del tiempo
Tormentas, granizadas, nevadas, ventiscas, frío o calor extremo… no me preguntéis por qué, pero la fotografía de naturaleza requiere por capricho del destino estar expuesto a la naturaleza. A parte de la humedad o el polvo y la arena en suspensión (los grandes enemigos del equipo fotográfico), el clima puede minar nuestras ganas y quebrar nuestro espíritu fotográfico.
Cuantas fotos perdidas por tormentas. Cuantos momentos destrozados por una ola de frío polar. Y aún así seguimos al pie del cañón disparando y buscando esa foto perfecta. A lo largo de estos años he experimentado todo tipo de inclemencias climáticas. Durante la semana que había planeado no dejó de llover en 48 horas. Hace un par de años me encontré buscando lobos en el bosque caminando sobre 40 cm de nieve y a 20º bajo cero. Y hace 4 años sufrí una ventisca de arena mientras fotografiaba focas grises.
Que el animalito no quiera posar para nuestra cámara
Segunda frustración del fotógrafo de naturaleza y fauna, y una de las más habituales, la verdad. Por fin llega el momento que tanto esperábamos, el clima perfecto, el amanecer perfecto, el escondite perfecto en el que apostarnos… pero el animalito no quiere aparecer.
Y cuando digo que no quiere aparecer… podéis sustituir la frase por «está demasiado lejos», «no le veo la cara / ojos» (también conocido por… «viene de culo») o incluso «cuando quise reaccionar y disparar había volado…».
Durante un viaje a las montañas de Los Cárpatos me pasé 4 días mirando entre la espesura, esperando ver aparecer un oso pardo. Por supuesto el oso no hizo acto de presencia. ¡Tampoco es que el pequeño ciervo de la imagen anterior se dejara fotografiar amistosamente!
No podemos anticipar el comportamiento de un animal salvaje. Generalmente recelan de los humanos, así que no es fácil ni sencillo fotografiarlos. Muchas veces me conformo con observarlos fugazmente con mis prismáticos. Y cuando quiero levantar la cámara y disparar… han huido, como un fantasma. ¡Pero no podemos dejar que esas decepciones nos frustren!
Que la luz desaparezca
No lo habías visto venir ¿verdad? Pues si, esta es mi tercera frustración como fotógrafo de naturaleza. A pesar de que cada 2 meses aparece un nuevo «camarón» en el mercado con sensibilidades ISO que llegan hasta el infinito y más allá, al final de día el sol se va a dormir, la luz desaparece y las formas se difuminan. Curiosamente los animales tienden a estar más activos al amanecer o al anochecer… ¿por qué será?
En mi primer viaje para fotografiar bisontes nos pegamos el madrugón de la muerte para localizarlos. A las 3 de la mañana ya estábamos en pie y pateando el bosque. Siempre recordaré la primera vez que «vi» un bisonte…. lancé 20 fotos en ráfaga. En realidad estaba tan oscuro que le estaba haciendo fotos a un fardo de paja amontonado a 400 metros… la ilusión me duró hasta que el sol salió por completo y comprendí mi error.
Hace 3 años se me hizo de noche esperando ver pasar un alce delante de mi cámara. Estaba en un claro en mitad del bosque y cuando me di cuenta era noche cerrada. Por suerte en el viaje de vuelta hacia mi hostal un enorme alce macho se cruzó delante de mi en la carretera y al menos pude atisbar su enorme sombra y dos inmensos cuernos. Perdí esa foto porque mi cámara ya no podía detectar luz suficiente en el ambiente como para enfocar.
Pero no nos damos por vencidos
jamas nos rendimos. Con o sin luz, bajo un sol abrasador o refugiados bajo la tormenta… seguimos al pie del cañón esperando conseguir, con un poco de suerte, la foto deseada, la foto deseada.
Hace un par de días me aposté tras un árbol, frente a una pequeña laguna. Había localizado un punto, una pequeña islita en la laguna desde la que había visto volar una garza desconocida, a la que todavía no había fotografiado.
Tras un par de horas de espera a la sombra, con el frescor y la humedad del lago calándome los huesos, por fin volvió la garza. Y cual fue mi sorpresa cuando me di cuenta de que era una garcilla cangrejera con su plumaje nupcial. Una imagen quizá común en los humedales, pero que yo aún no tenía en mi colección.
Y es que a pesar de las inclemencias del tiempo y de las frustraciones, siempre quedará una foto por tomar, una nueva especie por descubrir y una nueva experiencia por vivir.
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